Desde General Santos me voy pedaleando hacia Zamboanga, no sin antes escuchar todas las alertas que los locales tienen para conmigo, ya que en Mindanao la reputación de los años de insurgencia islámica no es la mejor, así que en todos los pueblos siempre aparece un lugar para pasar la noche, incluido un monasterio franciscano.
Paco, de España, quien ha viajado en bicicleta por el mundo por 12 años durante los 90s y desde hace años vive con su familia en Mindanao, me dice que sí, han habido secuestros -como unos ciudadanos Coreanos, pero que trabajan para compañías mineras que se adentran en las zonas selváticas de Mindanao en busca de más recursos minerales- pero que la ruta es bastante segura.
Llego sin problemas, lento por el pedallier roto de la bicicleta, y al cruzar la frontera linguística imaginaria, unos 70 kilómetros al norte de Zamboanga, me encuentro hablando chavacano -único criollo español en Asia- así que en Zamboanga como en casa, donde se habla una lengua criolla mezcla de español, tagalog, visaya, (del español chabacano, sin arte ), más bien como los indios, con los lugareños, con Paco y su familia y sus historias que me hacen viajar en el tiempo. "Martin, déjate de eso de volver a Uruguay, olvidate, vete hacia el Tibet, Mongolia, cruzas por Kazakstán, Tayikistán y te vas para Afganistán", me dice Paco, con una sonrisa que encerraba la nostalgia de otro tiempo, un libro abierto cargado de historias increíbles, que alimentan la imaginación y el sentimiento de que quizás algunos hemos nacido en una era que no nos corresponde.
Mezquitas en Mindanao:
Con Paco y su familia Maria Luz y Made, na Quiniput en la península de Zamboanga, donde descanso unos cuantos días:
De Mindanao voy a Palawan, y el barco se para en las idílicas islas Cuyo:
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Palawan Quizás la isla más hermosa de las Filipinas, Manglares: |
Con mosquitera en la playa:
Fuerte español en Taytay:
La alegría y la belleza de Naomie:
Acampando en el archipiélago de Bacuit, donde acampo por unas noches mientras espero el barco para Manila. De noche escucho los cocos caer, y me despiertan del sueño de Naomie, me devuelven a mi solitario paraíso.